L’Institut – Espai Jove Dénia
Algunas veces, aunque por suerte pocas, un proyecto queda en el camino y no llega a materializarse. Este es el caso del proyecto que hoy rescatamos en un arrebato de arqueología profesional.
Era 1998 cuando el ayuntamiento de Dénia estaba presidido por el alcalde Sebastiá García Mut y desde la concejalía de juventud Ximo Marzá intentaba negociar un interesante proyecto cuyo objetivo era transformar el salón de actos del antiguo edificio de formación profesional, en un espacio para actividades destinado a los jóvenes de Dénia. En esa época habíamos realizado el proyecto de las oficinas de información juvenil en la casa de la cultura y de ahí que nos propusieran tan ambicioso proyecto.
Remontarme hasta aquellos años me hace recordar todo el tiempo que pasábamos en el estudio escuchando Radio 3, con programas como “Desde la Bahía” –con Manolo Ferreras, Ana Roldan y Paloma Zuriaga- o algunos tan míticos como “Siglo XXI” con Tomás Fernando Flores, en el que además de muy buena música, nos hablaba de las nuevas tecnologías, de Informática e Internet. Unos avances que nos hacían presagiar lo que en un futuro supondrían los ordenadores en nuestro día a día. Aunque siendo sincero, ni de cerca me imaginaba todo lo que llegaríamos a hacer ahora.
Son 16 años. Unos años en los que no existían tarifas planas, en los que no todo el mundo tenía teléfono móvil y mucho menos smartphones con los que pasar el día conectado a Internet. Ni si quiera todo el mundo conocía Internet y no hablemos de correo, webs, blogs, redes sociales y un sin fin de aplicaciones que hoy nos mantienen en constante conexión. Como mucho mandábamos un fax, algo que ahora nos parece antediluviano.
A mi siempre me ha gustado estar dentro de esta vorágine tecnológica, por lo que desde el principio me pareció imprescindible aprovechar las ventajas que los medios nos estaban ofreciendo. Ya hacía tiempo que habíamos dejado la mesa de dibujo por la pantalla y habíamos empezado a trabajar imágenes en tres dimensiones para nuestros proyectos, que aunque costosas, empezaban a ser imprescindibles.
Con los medios justos y mucha ilusión desarrollamos un proyecto para habilitar parte de este edificio; trabajamos el diseño pensando mucho en el usuario final, gestionamos presupuestos de ejecución minimizando la inversión y no sólo generamos imágenes fijas para la presentación del proyecto, sino que gracias a la habilidad de Carlos Pons, editamos un video para poder convencer a todo aquel que le quedaran dudas de que era una sólida apuesta para la juventud.
Tengo que reconocer y valorar la constancia del concejal Ximo Marzá, que intentó de todas las maneras posibles que se llevara a cabo este sencillo proyecto a nivel de costes – que por impedimentos políticos nunca se pudo hacer- y que, a crédito personal, hubiera marcado un punto de inflexión en la gestión de las actividades para la juventud.
Eso sí, después de más de una década de este proyecto, la calidad de la imagen no es la mejor, pero aun así merece la pena ver el resultado del video que recuperó mi buen amigo Mario Passero, que de haberse hecho el proyecto, a buen seguro, hubiera realizado memorables funciones.
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