El legado de Javier Goerlich en Valencia
Cualquiera que pasee por el centro o el ensanche de la capital valenciana se cruzará sí o sí con algún edificio construido por Javier Goerlich Lleó.
Es una de las figuras más relevantes e influyentes de la Valencia contemporánea, primero como arquitecto particular y más tarde como arquitecto municipal. Y, aunque le admiraba la mayoría, su figura aún genera cierto rechazo en algunos sectores por haber sido, desde su plaza en el Ayuntamiento, tanto el adalid de la modernidad republicana como el arquitecto de las primeras corporaciones franquistas.
Nacido en noviembre de 1886 en la popular calle de Zaragoza, es el autor de algunas obras desaparecidas, como el Trianon Palace, el Club Náutico, el Frontón Valenciano o el Pabellón de Marruecos, otras cerradas a cal y canto, como el Cine Metropol o el Colegio Mayor Luis Vives, y de reformas básicas del centro urbano y de todo tipo de edificios emblemáticos, como la Casa del Médico, el Teatro Talía, el Hotel Londres, los Edificios Roig Vives y Patuel-Longás o los mercados de Abastos y de Ruzafa.
Ya desde la universidad, Goerlich realizó prácticas junto al arquitecto de Xàtiva Lluís Ferreres, autor de joyas como el matadero municipal de La Petxina y el edificio modernista del Hotel Reina Victoria. Y así, nada más acabar los estudios estaba preparado para dirigir obras iniciando más de una decena de construcciones importantes de estilos diversos, conjugando referentes modernistas, clasicistas, neobarrocos y eclécticos, como en el Edificio Manuel Castelló, el desaparecido Trianon Palace o el Edificio Barona.
Su carrera despegó a un ritmo de más de cincuenta construcciones al año hasta su nombramiento como Arquitecto Mayor de Valencia en 1931, con 44 años. Así, entre 1914 y aquella fecha presentó en la capital valenciana más de 400 proyectos de obra nueva y casi 450 de reedificación o reforma.
Además, durante dicho intervalo accedió a otros cargos diversos. Trabajó para los Ayuntamientos de Estivella, Beniparrell, Silla y Algemesí; ejerció como arquitecto del Catastro Urbano del Ministerio de Hacienda —lo que le llevó a Huesca y Mallorca— y obtuvo la plaza de arquitecto municipal del distrito norte de Valencia y la de arquitecto de construcciones civiles del Ministerio de Instrucción Pública, lo que le involucró en posteriores trabajos para la Universitat de València.
Un arquitecto muy completo que igual ideaba edificios residenciales y chalets, como se dedicaba a la arquitectura religiosa, la deportiva, la cultural o la obra pública (como en el Ayuntamiento de Buñol, la Feria de Muestras o el proyecto no realizado de Casa del Pueblo, que habría constituido un digno colofón al modernismo valenciano).
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